viernes, 27 de diciembre de 2013

los toros de VERAGUA

Por el que el rey Fernando VII se hizo ganadero de bravo ?
A la muerte de Vicente José Vázquez (1830) sin descendencia alguna, su testamentaría plantea la venta de la ganadería junta o por separado, con el peligro que conllevaba la desaparición de un tipo de toro que tanto había costado llegar a formar.
Por suerte y por la fama que habían adquirido los toros vazqueños, y los caprichos de la monarquía de aquel entonces, el rey Fernando VII toma la pintoresca decisión de hacerse ganadero, nombrando comisionado y asesor a Fernando Criado Freire que realiza la operación de compra pactando con los vendedores la elección de los animales por tienta
Seleccionó 400 vacas entre las 1.500 que fueron tentadas. Además, Freire compró para la casa real 130 animales de dos años, entre machos y hembras, 38 utreros y 27 cabestros, que constituían el núcleo más importante de lo que había sido la ganadería de Vázquez.
El pueblo no vió con buenos ojos la extravagancia del Rey de hacerse ganadero, y culpó al Conde de la Estrella y a Manuel Gavira, entre otros, como inductores.
Durante los años que se mantuvo la Real Vacada, estuvo administrada primero por Lorenzo Gómez y luego por el Marqués de Gavira, también ganadero. En este período se efectuaron cruces con cuatro sementales de la ganadería de Julián Fuentes y otros seis con la propia de Gavira, derivados unos y otros de la casta jijona.
Fernando VII poco pudo disfrutar de la ganadería, ya que falleció en 1833, a los tres años de haberla adquirido. La ganadería pasó a la reina regente María Cristina, que no sentía la menor vocación ni taurina ni ganadera. Previamente, el Rey había regalado a su sobrino Miguel de Portugal, Duque de Braganza, 50 vacas y dos sementales.
En 1835 la reina gobernadora vende la ganadería en un valor de 300.000 reales a los duques de Osuna y Veragua, siendo sus propietarios hasta 1849, fecha tras la que se queda como único propietario Don Pedro de Alcántara y Colón de Larreategui, Duque de Veragua.
Lo primero que hizo éste fue eliminar todas las reses procedentes del cruce con los toros de casta Jijona, volviendo a mantener el origen vazqueño. Para ello, contó con la colaboración y complicidad del mayoral Sebastián Minués, que sabedor del patrimonio genético vazqueño marcó personalmente a todas las crías y descendencia del cruce jijón con una hendida sólo conocida por él, esto facilitó al Duque una rápida estructuración de la vacada.
A la muerte del XIII Duque de Veragua en 1866 le sucedió su hijo Don Cristóbal Colón de la Cerda, quien con el título de XIV Duque de Veragua continuó esmerándose en la labor de crianza y selección con grandes resultados y éxitos. De toda la familia fue el que más celo puso en el empeño ganadero. Tentaba los utreros de cuatro hierbas todos los años, mandando al matadero los menos bravos, haciendo lo mismo con las vacas cada cinco o seis años.
Cristóbal Colón de Toledo, XV Duque de Veragua
Cristóbal Colón de Toledo, XV Duque de Veragua
A la muerte de este duque en 1910, le sucedió al frente de la ganadería su hijo Don Cristóbal Colón y Toledo, XV Duque de Veragua.
Durante los 93 años que la ganadería perteneció a los duques de Veragua, logró alcanzar las máximas cotas de prestigio, tanto que a un billete de mil pesetas se le conocía como un "veragua", pues fueron los primeros ganaderos en cobrar cuatro mil reales por un toro.
En 1927 el Duque vende la ganadería a Don Manuel Martín Alonso, abuelo por vía materna de los afamados empresarios taurinos Lozanos, y tres años después la compró Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, quien empezó un proceso gradual de eliminación de la sangre veragüeña cruzándola con ejemplares de Mora-Figueroa y Conde de la Corte, derivados de Vistahermosa.
En la actualidad al toro Domecq, como diría la "gente de campo", le queda algún goterón de sangre veragüeña, dando lugar a que salgan toros de capas melocotón, jabonera, colorada o castaña, aunque cada vez menos por la absorción de la sangre vistahermosa.
El hierro de Veragua es el actual de Juan Pedro Domecq: un escudo coronado con la V en su interior, al igual que la divisa blanca y roja que fue la utilizada por Don José Vicente Vázquez y Veragua.
FENOTIPO Y GENOTIPO DEL TORO DE VERAGUA
Los toros de Veragua eran de gran trapío, elipométricos, línea dorso-lumbar ensillada, palomilla alta, grupa redondeada. La cola, por encima del ijar, extremidades cortas y bien aplomadas, anchas de sienes con amplias encornaduras tirando a veletos. El cuello muy musculoso, enmorrillados, de breve papada, casi degollados.
En cuanto a su comportamiento, se caracterizaban por su fuerza y nobleza. En la suerte de varas acometían ciegamente con enorme poder recargando mucho. En el tercio de muleta por lo general se quedaban cortos.
Toro veragüeño de Prieto de la Cal :
Variadísimos de capas y pelo, eran tanto que su propietario no necesitaba marcar un número en el costillar, se limitaba a colocarles la marca de la ganadería en diferentes partes del cuerpo e incluso en distintas posiciones, de esta forma sólo con el hierro y la variedad de capas se podía distinguir todos los ejemplares que integraban cada camada.
Desgraciadamente en la actualidad ya quedan pocas ganaderías de origen veragüeño, como Tomás Prieto de la Cal.

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